viernes, 18 de julio de 2014

Vine a hablar de mi libro, diría aquel...

Hablemos un poco del libro.

No es que sea necesario hacerlo, simplemente me apetece. Me apetece decir donde empezó todo, o cómo se ha elaborado, o simplemente contar tonterías varias sobre mi primera novela larga.

Tardé tres años en sacarla, sacarla de un borrador que dañaba la vista y te quemaban los ojos como si el mismísimo Ciclope de los X-men fueras. Le di mil vueltas, se lo pasé a amigos con ojo de halcón, y aun así hay erratas y problemas de puntuación que me pesan después del maravilloso trabajo de maquetación de la editorial y la hermosa portada de Dusan Kostic.

Pero he aprendido mucho, mucho del ritmo de un escritor, de la ortografía y de que cada género tiene su estilo diferente. De esto último voy a hablar ahora enlazando temas de manera brusca.

Cuando empecé a escribir esta fantasía épica, tan solo había leído “El señor delos anillos” y algún que otro libro de niño, los cuales perdí su pista en las arenas del tiempo, eso hacía mi tarea más difícil sin darme cuenta. Había tenido una idea buena, quería crear el mundo de Gea que cada noche se construía en mi cabeza, quería poner los más de trescientos personajes que había ideado para la historia sobre el papel. Pero no me di cuenta hasta ya haber empezado el proyecto que mi base era floja. Leí mucho, y doy las gracias a dos autores que son los que me quedo después de todo: Salvatore y Knaak, siempre les pondré como referentes por encima del resto.

Siempre he sido un escritor con tendencia al monologuismo de un protagonista perturbado, mezclar realidad y ficción, y de ahí sacar mi historia. Sin embargo, con “Los cuatro reyes” quería una visión cinematográfica, adaptado a como se ve una película de esas características. Quería una narración objetiva, desde una cámara y no de un narrador, dejando que sea el lector el que elija si los personajes le entran por el ojo o no, en vez de forzarle un cariño. Creo que estos objetivos los cumplí a un 70%. Aunque ya juzgaran los lectores.
Otro aspecto del libro que tenía mucho interés en crear, eran batallas y organizaciones bélicas simples. Quería resaltar la importancia de los hombres que mandan, fuera del estereotipo del héroe raso y desconocido. Creo que en el punto bélico está uno de los puntos fuertes de esta novela. Aunque como en todo, dependerá de la opinión del lector si esto es realmente así o no.


Finalizando, una historia con potencial, que desde mi novatez y continuo aprendizaje intentaré explotar cada vez más, hasta conseguir una saga que esté a la altura de las grandes.
Foto de Andres Ramón Martínez

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